miércoles, 31 de octubre de 2012

Ese miércoles que quiere volver

Después de la tormenta llega la calma, o quizás sólo es que estoy en el centro del huracán, con esa calma aparente. 

Hoy me apetece darle otro sentido a una entrada que escribí hace un par de semanas. 

No hay manera de que vuelva ese miércoles,
tengo la sal entre los ojos mojados
Quiero que sepas que eres el culpable
de que hoy me sienta extrañamente bien
de que hoy me sienta extraña...
  
No llego a arrepentirme de la oportunidad que perdí anoche. Sé que hoy podría haberme despertado a tu lado, ver amanecer mientras nos acercamos a las estrellas, pero sé que hice lo mejor. No había excusa para aceptar tu invitación, aunque fueron muchas horas dándole vueltas a la cabeza sin saber que hacer. Y hoy ese miércoles ha querido volver, de una manera distinta, no sé si mejor o peor, pero igual de esperada. Abro los ojos para verte y retengo esa imagen que el espejo me devuelve. Tus manos buscándome, tu respiración en mis oídos, tus labios en mi nuca. Vuelvo a cerrarlos y sólo me preocupo por sentir, sin pensar...

Tengo la sal entre los ojos mojados, sal de la brisa marina que nos acompañó en ese paseo y ojos mojados, pero esta vez de lluvia y no de lágrimas. Y sólo tu eres el culpable de que hoy me sienta extrañamente bien. 

¿Quizás tenga esto algo que ver con que anoche 11 me escoltara cuando regresaba a casa? Podéis llamarme friki, orgullosa estoy de ello...



















Y para finalizar el día charlita y risas con esa otra estrella, lo que me confirma que no hay mal que por bien no venga. Hoy me alegro de que no me dieran esta guardia. Hacemos planes para la próxima y planteamos vernos fuera... Me apetece.

lunes, 29 de octubre de 2012

Y puede ir a peor

Al final mira como acaba el día. Con una rabia y un cabreo monumental. Y eso que la tarde empezó dándome una sorpresa, poder volver a trabajar aquí, en nuestro lugar. Pero no, falsa alarma y yo de nuevo a unos kilómetros. Vale, me convenzo de que no pasa nada y que será una tarde igual que otras.

Pero no, me adelantas y lo veo venir de frente, freno, grito y me quedo temblando por lo que pudo haber pasado, a ti, a nuestra amarilla. Mala señal. 

Y exactamente, a partir de ahí todo a peor. Esa carta que firmas, que es un paso para ti, pero que te alejará de mi. ¿Cuándo? ¿Cuánto tiempo me queda? Me agobio, sé que cada vez tengo menos tiempo, que nuestras tardes se acabarán antes de que pueda darme cuenta. No quiero. Esto no va a ser lo mismo sin ti. Yo no voy a ser la misma.

Tengo que empezar a reaccionar. Te espero a la salida y mientras llegas recibo otra noticia. Esa guardia que llevo semanas esperando no es para mi, con lo que los planes de cena y de disfrutar el saliente contigo se van por el desagüe. Y lo peor es quién va a hacerla... Ella, no podía ser otra, no hay más gente, no. Y lo sabía, sabía que yo quería esa guardia. Ya veo que puedo ir despidiéndome de todos los contratos de esta zona porque me lo va a poner difícil. Con esta rabia sólo deseo que esa mañana de saliente nuestra amarilla esté bien lejos. 

Se hace la hora y llegas, pero la rabia me consume las fuerzas y no soy capaz de cruzar contigo más que tonterías. La compañía tampoco lo permite y casi que lo agradezco, porque sé que si estamos solos voy a reventar y tendría mucho que explicar. 

Como era poco llego a casa, repaso mail, redes... y ahí estás, ahí está. Ya sé que muchas veces sufrimos más por lo que creemos que pasa que por lo que en realidad sucede, pero tanta casualidad me toca un poco la moral. Y para rematar, me ignoras. ¿Qué pasa? ¿Hoy es uno de esos días que te importo una mierda? 

Mañana será otro día, pero sé que puede ir a peor. Quiero estar aquí ese dia, aunque signifique no tener trabajo. Quiero jugar mis cartas. Quiero que hablemos, que aclaremos o que termine más liada de lo que ya estoy. Pero es que no me queda tiempo...

miércoles, 24 de octubre de 2012

Dejándolas pasar

Parezco idiota dejando pasar todas las oportunidades que se me van presentando. 

No tuve suficiente valor, caradura o como quieras llamarlo para conseguir ese número de teléfono el viernes. Y la cara que se me queda al darme cuenta ayer de que este viernes estaremos los mismos, como si el destino me diera una segunda oportunidad de hacerlo.
Y lo necesito, quizás con eso tenga motivos para olvidar esto que empieza a hacerme daño. Alguien que me aleje un poco de tí, porque yo sola no puedo. 

Y no puedo porque no te entiendo, no sé si tu mismo te entiendes. No entiendo lo que pasa por tu mente, por tus ventrículos. Hay días que siento que me necesitas casi tanto como yo a ti. Esos abrazos que me robas en el ascensor, esa insistencia en que pase tanto tiempo contigo, no dejarme ir... ¿Y luego qué? Días enteros que parece que ni siquiera sabes que existo. Hay quien dice que tienes miedo. ¿Miedo? No sé si tener miedo yo de que tú lo tengas.

Ahora tres días por delante con sus correspondientes oportunidades. Quiero aprovecharlas todas, vernos más allá de esa esquina, quitarte el peso que tantos días de esfuerzo ha puesto en tu espalda, abrazarte y cerrar los ojos. Y para empezar tengo que buscar la forma de tener unos minutos contigo esta tarde.

jueves, 18 de octubre de 2012

En la habitación



No hay manera de que vuelva ese miércoles,
tengo la sal entre los ojos mojados
Quiero que sepas que eres el culpable
de que hoy me sienta extrañamente bien
de que hoy me sienta extraña...

Felicidades

Un añito hace hoy de un día que quedó marcado en el calendario, tanto para mi como para ti. El aniversario de esos cambios profesionales para ambos. 

Tu cambiaste tu asiento y ahora eres el que guía mi cometa en su órbita, uno de los mejores que conozco.
Y yo empecé ese contrato que considero el mejor de los cinco años que llevo en este mundo. Me enseñó a valorarme como profesional, me explicó el significado de la palabra compañerismo, me permitió estar cerca de ti para seguir conociéndote y trabajar más de una vez codo con codo y del que me llevo grandes amigos y mejores recuerdos.

Y como todo aniversario pediré deseos al soplar las velas. Para ti pido que sea el primero de muchos, que consigas todo lo que te propones, aunque eso suponga que cambies de cometa, tenerte más lejos y visto lo visto, que esto quede en nada. Suerte con ese otro proyecto. Y para mi pido volver, aunque es prácticamente imposible, seguir encontrando grandes compañeros allá donde me lleven los contratos y que sea donde sea volvamos a trabajar juntos.

Esos son mis deseos profesionales, los personales se los pediré a la estrella que se cruce en mi camino hoy...

viernes, 12 de octubre de 2012

Yo también lo necesitaba

Es cierto, ¿cuántas veces nos olvidamos de nuestras propias necesidades por pretender cubrir las de otras personas? ¿Las de ésa persona?

Creo que debo darte las gracias, por pedirme ayer ese abrazo, por dármelo, porque no sé si te lo di yo o me lo diste tu. Que pena ser yo la que estaba de espaldas al espejo y no poder quedarme con esa imagen, pero me quedo con tu olor, la caricia de tu cuello en mi cara y tu respiración tranquila entre mis brazos.

lunes, 8 de octubre de 2012

Un lunes nunca puede ser perfecto

... aunque lo parezca.

Me desperté con su sonido, sabiendo que eras tú el que me daba los buenos días de esa forma. Lo interpreté como una señal de que el día iba a ir bien, como tantas veces me pasa. 

Efectivamente, el día empezó bien, llamada de trabajo a media mañana que me da un pequeño respiro durante una semana y me permite estar cerca. Luego ese encuentro, tu agobio y mis ganas de abrazarte y calmarte, pero hay lugares que no son los adecuados. Aún así algo debimos dejar entrever, porque algunos notaron eso que no sé si existe entre tu y yo. Confiarme tus cosas, pedirme ayuda es otra cosa que me hace sentir que me necesitas y sabes que intento ayudarte más allá de donde llega mi mano.

Pero los lunes parece que no pueden ser perfectos, por algo no le gustan a nadie. Busco un hueco, los últimos veinte minutos, para buscarte y hacer lo que antes no pude y me quedo de piedra al llegar y verla allí. Me rondó por la mente esa posibilidad cuando vi que estaba cerca, pero no le dí más vueltas, ya me prometí no preocuparme por cosas que no sé si pasan. Y exacto, allí estaba. Me trago la rabia, intento que no se note lo que en ese momento me atraviesa desde la espalda al pecho y disimulo. No soy capaz de mirarla a la cara, creo que se me va a notar en la mirada que la echaría a patadas de nuestro lugar. 

Una sonrisa, una broma. Me haces ganar un punto frente a ella y luego le das otro a ella frente a mi. Quizás piensas que es un empate, pero yo siento que la batalla de hoy tengo que darla por perdida. Al fin y al cabo será ella la que hoy te acompañe más allá de donde descansa nuestra amarilla y quién sabe si será ella la que te de ese abrazo de calma y algo más...


Debería modificar ese último párrafo, pero no lo voy a hacer, para que al releerlo cuando pase el tiempo recordar cómo me haces cambiar de ánimo en apenas nada. En el tiempo que ha pasado desde que lo escribí y ahora que estoy a punto de publicarlo me buscas, aunque sólo sea ese mensaje dejando caer que necesitas hablarme. Se me hacen eternos los minutos hasta que decido llamarte y darte con la voz ese abrazo que sé que me pides sin hablar. ¿O querías que supiera que ella no está?